En mis años universitarios recuerdo que muchos profesores insistían en la necesidad de plantear los mensajes en términos positivos SIEMPRE. En las cátedras de Imagen, Reputación y Marketing nos indicaban con firmeza que las palabras negativas debían eliminarse del vocabulario de una marca, empresa o vocero.
Así que hoy, más de 15 años después, me impactó enterarme que en España anteayer se reunieron productoras, cadenas de TV y agencias para intercambiar experiencias sobre la eficacia de seis emociones específicas para conectar con los consumidores, entre las cuales sólo una podría calificarse como “positiva”.
Llegué poco después de las 9:00 a.m. Y es que aunque ya era viernes necesité pasar antes por un frozen de café para terminar de espabilarme. El acto de inauguración estaba abarrotado y pensé que ese era un buen augurio para todo el evento. Unos minutos después logré sentarme en la última fila y me dispuse a tratar de escuchar la primera ponencia; y digo tratar porque tres mujeres paradas justo detrás de mí compartían una amena charla entre ellas que se extendió por 20 minutos. ¡Grrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
Unos cuantos años atrás, mientras preparaba una capacitación para un grupo de ejecutivos bancarios, encontré o armé (¡no lo recuerdo muy bien!) una definición de marketing que desde entonces adopté para recordarme la esencia del trabajo en esa área: “Darle a los consumidores razones para comprar, para comprar más y más seguido”. Si el autor de la misma llega a descubrir que lo he citado aquí, ojalá que tome este párrafo como un sincero intento de darle su merecido reconocimiento. ¡Ojalá!