Llegué poco después de las 9:00 a.m. Y es que aunque ya era viernes necesité pasar antes por un frozen de café para terminar de espabilarme. El acto de inauguración estaba abarrotado y pensé que ese era un buen augurio para todo el evento. Unos minutos después logré sentarme en la última fila y me dispuse a tratar de escuchar la primera ponencia; y digo tratar porque tres mujeres paradas justo detrás de mí compartían una amena charla entre ellas que se extendió por 20 minutos. ¡Grrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
Cuando por fin se fueron pude escuchar con tranquilidad la segunda mitad de una charla anecdótica sobre la planeación estratégica y conceptualización de una campaña para el Banco Popular de Puerto Rico. A media mañana logré encontrar un sitio casi frente al escenario, saludé a colegas y amigos; y seguí escuchando soliloquios sobre marcas y branding.
A la hora del almuerzo un detalle minúsculo llamó mi atención: el uso del casi ancestral “hombre anuncio” en su forma más clásica. Ni siquiera alcancé a ver el mensaje que promovían, pero sí extrañé que estando en el Claps 2013 (congreso anual de la publicidad salvadoreña) este recurso no se presentara con mucha más innovación y creatividad.
La primera vez que vi esta técnica publicitaria creo que fue en una película de Cantinflas cuando era niña. Y siempre ha llamado mi atención su pervivencia a lo largo del tiempo hasta llegar a la actualidad a pesar de todo el aparataje tecnológico a nuestro alrededor. En Estados Unidos y Europa ha evolucionado y se ha vuelto mucho más provocativa hasta integrarse, por ejemplo, a lo que hoy se conoce como el marketing de guerrilla, el street marketing o el marketing onlife como lo llama el experto español Joan Alvares… sin faltar en ocasiones la polémica por explotación laboral.
Desde mi perspectiva, en El Salvador este “medio” tiene mucho espacio para desarrollarse y especializarse todavía más, complementando campañas con ese atributo único de acercarse e interactuar directamente con la gente en su cotidianidad, rompiendo la rutina, generando relatos y conversaciones en torno a una marca. Ciertamente, la situación de inseguridad nacional es una clara limitante; pero todavía hay espacios con potencial en nuestras áreas urbanas tanto viales como peatonales.
Y como ocurre en todos los soportes online y offline, el mensaje también es el rey en este medio específico consideran factores determinantes como:
-Su rol en el contexto de toda la estrategia.
-El espacio físico reducido.
-La necesidad de crear una “situación” para aprovechar los efímeros segundos de encuentro con los transeúntes/conductores.
-Una dosis justa de humor para llamar la atención.
-El potencial de viralidad posterior que se puede proyectar, impulsar y medir.
Diferentes fuentes aseguran que en las ciudades recibimos una media de tres mil impactos publicitarios cada día a través de los medios tradicionales, las computadoras y toda la variedad de dispositivos móviles. Y somos inmunes a la mayoría de ellos. Así que recurrir al hombre anuncio, pero con los atributos del siglo XXI, en efecto puede engrosar esa cifra pero al final bien puede convertirse en el único impacto relevante del día para muchas personas.