El pasado lunes, 29 de septiembre, Mafalda cumplió 50 años. Aunque no me considero fanática de esta chiquitina cada vez que me encuentro con una de sus tiras cómicas no puedo evitar leerla. Desde que la conocí me conquistaron su esponjosa melena, sus calcetines estirados y, por supuesto, la mezcla única de inocencia e ironía de sus palabras. Y precisamente por eso, a propósito de su cumpleaños, me imaginé que al crecer hubiera sido una legendaria copywriter.
Imaginémoslo por un momento: Es hija de un humorista gráfico argentino; casi casi nació en una agencia de publicidad y sus primeras palabras, según cuenta su padre, fueron para vender electrodomésticos… ¡totalmente predestinada a ser parte del selecto grupo de grandes figuras como David Ogilvy y Luis Bassat, entre otros!
Fantasías aparte, Quino y su pequeñita, mucho tiempo antes de toda la revolución del marketing de contenidos, alcanzaron un dominio magistral de las dos características que todos los mensajes y contenidos deberían cumplir:
1) Concisión: Directo y claro, así ha sido siempre el lenguaje de Mafalda. “Dígalo simple, real y apegado a los hechos”, imagino que fue uno de los primeros consejos de Quino para ella.
2) Relevancia: Con la mirada fresca y desinhibida, propia de su edad, una y otra vez Mafalda ha equilibrado lo que ella quiere decir con lo que toda su audiencia quiere saber. Además, sus temas predilectos han sido esas grandes y pequeñas situaciones cotidianas y universales con las que todos nos identificamos.
Su estilo conversacional, su sencillez para apelar a las emociones y el empleo de palabras comunes y corrientes; así como su inagotable capacidad de asombro creo que son grandes lecciones para muchas marcas hoy en día.
Así que hoy, desde mi Trastienda del copywriting, no me queda más que desearle muchas felicidades a esta gran damita de la palabra.
Imagen tomada de casadellibro.com