No. No me refiero a que nos impresionen o nos decepcionen estrepitosamente con sus propuestas o mensajes. De verdad creo que nos dejan sin palabras en todo el sentido literal y real de la frase. ¡Les explico a continuación!
Ya me ha pasado en varias ocasiones que durante una reunión cualquiera, al evaluar distintas opciones de slogans o nombres de programas, por ejemplo, salta la objeción: “Me suena a partido político en campaña” o “algo parecido ocupó Fulano en las elecciones pasadas”…
Desconozco si es un sentimiento común, después de todo, los que trabajamos con marcas solemos ver las cosas en forma muy diferente al resto de personas con otras ocupaciones. Pero en mi trabajo me tropiezo con predicamentos como este porque durante las carreras proselitistas, invariablemente, somos testigos de cómo los políticos usan, explotan, manosean, gastan y malgastan palabras para conseguir votos.
El español Alex Grijelmo enuncia un fenómeno semejante en un intrigante capítulo de su libro “La seducción de las palabras”, que tituló con la frase “El poder de las palabras, las palabras del poder”. Y es que cada uno de esos vocablos que han sido cuidadosamente elegidos para deslumbrar a los votantes, suelen terminar viciados, deslucidos y vacíos.
Futuro, juntos, oportunidades, bienestar, compromiso, trabajo, todos… son palabras poderosas y seductoras en esencia que terminan, para efectos de copywrititng, “choteadas” como decimos en El Salvador. Tampoco sé si ese efecto lo provoca el que normalmente se refieran a promesas que se lleva el viento, o a la agobiante repetición de las mismas por todos los medios online y offline… quién sabe…
El copywriter inglés, Tom Albrighton, asegura que cinco de las palabras más persuasivas en el mundo del marketing son: tú, gratis, porque, inmediato y nuevo. Es un hecho que los asesores políticos lo saben; pero esa aplicación de las mismas creo que remueve nuestra forma de expresarnos de un modo u otro.
¡Hasta la próxima!