No. No se dejen llevar por el título. En esta ocasión no hablaré del marketing de productos para bebés (¡todo un universo por explorar!); ni sobre cómo las figuras públicas aprovechan el nacimiento de sus hijos para mejorar, reforzar o relanzar su marca personal. Hoy sólo quiero excusarme por adelantado pues estaré ausente de este espacio durante varias semanas para recibir ¡¡¡¡¡a mi primer hijo!!!!!
En estos meses previos he estado ejercitándome en el arte –maña de compaginar el día a día en la Trastienda con todos los preparativos relacionados con la llegada del pequeñín. Y ahora estoy a sólo días de conocerlo así como de incorporarme al vasto y valeroso grupo de mujeres-madres-trabajadoras. A propósito les comparto una imagen del stock de fotos que Getty Images lanzó recientemente para reconocer los nuevos roles de liderazgo de las mujeres. ¡Lo máximo!
44 Stock Photos That Hope To Change The Way We Look At Women: Gary John Norman / Taxi / Getty Images
Pero bueno, como no es mi intención darle a este blog un toque más personal de lo necesario, deseo compartirles una lectura que, de alguna manera, vinculó mis experiencias como mamá de la Trastienda (dicen que los emprendedores consideran que sus empresas son como hijos) y del hermanito de carne y hueso que esta chiquitina ha visto desarrollarse a lo largo de los últimos meses.
Sabemos que el branding es, en su definición más básica, el proceso de crear y construir una marca para hacerla única, irrepetible e irremplazable. Por eso, mientras leía el libro “Plenamente humano, plenamente vivo” de John Powell, S.J. de inmediato vinculé a mi bebé con ello y a continuación les explico cómo y por qué.
El autor indica que todos los seres humanos nacemos con la profunda necesidad de encontrar las respuestas a cinco preguntas: ¿quién soy yo?, ¿quiénes son los demás?, ¿para qué sirve la vida?, ¿qué es el mundo? y ¿quién es Dios? Y en consecuencia, los primeros mensajes al respecto que recibimos desde la más tierna infancia provienen de lo que nuestros padres dicen, y sobre todo, hacen. De este modo, poco a poco, va formándose una persona única, irrepetible e irremplazable. Este planteamiento me pareció sencillo e inquietante a la vez y lo primero que pensé fue: ¡Menos mal que sólo son cinco! ¡Ja!
Ilusionada y expectante aquí me despido por un rato. Sé que nos volveremos a encontrar pronto. Mientras tanto sólo quiero agregar una cosa más: ¡Bienvenido Manu! ¡Bienvenido a esta gran oportunidad para amar y ser feliz que se llama vida! Con nuestra mezcla perfecta de virtudes y defectos, y con todas nuestras fuerzas, lucharemos por ser los mejores padres del mundo para ti.