No entiendo el fútbol americano. Mi esposo ha intentado explicármelo en incontables ocasiones pero aún no logro comprender ni siquiera los aspectos más básicos. Me pasa lo mismo con el béisbol así que cuando hay partidos relevantes de cualquiera de esos dos deportes los comparto con él, sentada a su lado… pero leyendo. Jejejeje. ¡Y lo mejor es que él lo acepta y lo valora!
El domingo 2 de febrero, fecha señalada para el Super Bowl XLVIII, la dinámica fue atípica y podría decirse que vimos 4 programas diferentes: el partido Seehawks-Broncos, las noticias sobre las elecciones presidenciales en El Salvador, el halftime show y, por supuesto, los anuncios publicitarios.
En esta era de revolución tecnológica de la mano de Twitter, Facebook, YouTube, Pinterest y similares me parece que los comunicados o notas de prensa han sobrevivido con bastante dignidad; después de todo, son las herramientas básicas de la relación de las marcas, empresas e instituciones con la prensa.
¿Ya conocen TED? A lo mejor me he enterado un poco tarde de su existencia (no sería raro en medio de mi despiste y ofuscación permanentes jejeje) puesto justo lo descubrí en las semanas de transición del 2013 al 2014 y me ENCANTA. Me sentí bienvenida cuando al “escanear” el sitio por primera vez encontré la selección “New in TED? (11 talks)”, una selección especial de clásicos que disfruté mucho. Les recomiendo dos en particular: “How schools kills creativity” y “The story of our world in 18 minutes”. Desde ese día, como dicen los españoles, quedé enganchada: ¡Lo consulto, como mínimo, una vez a la semana!
Siempre me ha gustado que el mundillo de las comunicaciones ofrece la oportunidad cotidiana de conocer una gran cantidad y variedad de personas: empresarios, psicólogos, abogados, estilistas, contadores, médicos, financieros, arquitectos, amas de casa, fotógrafos, ingenieros, chefs y por supuesto diseñadores gráficos.
¡Se acabaron las vacaciones navideñas! Y aunque uno siempre termina sintiendo que necesita más puedo decir con satisfacción que las disfruté muchísimo, sobre todo porque tenía tres años consecutivos sin descansar en esta época del año.
Esta es la primera vez que empiezo un nuevo año desde la Trastienda y me siento realmente feliz, con la convicción de que las posibilidades son infinitas. Estos últimos 4 meses han estado llenos de fe e inspiración; he redescubierto que escribir es parte importante de mi vida, sobre todo por la oportunidad de conocer y pensar sobre cualquier cosa y sobre todo, amoldando el lenguaje en función de lo que los clientes necesitan. De igual modo, he conocido a muchas personas interesantes y me he reconectado con colegas, amigos y excompañeros. ¡Así que tengo ganas de mucho más!
¡Y llegó la Navidad!… Bueno, de hecho, de acuerdo con los centros comerciales comenzó a finales de octubre y ya terminó; es más, la semana pasada vi que las luces y guirnaldas ya ocupan los estantes más deslucidos y el protagonismo lo tienen ahora los útiles escolares y los artículos playeros para las próximas vacaciones de Semana Santa…
En mis años universitarios recuerdo que muchos profesores insistían en la necesidad de plantear los mensajes en términos positivos SIEMPRE. En las cátedras de Imagen, Reputación y Marketing nos indicaban con firmeza que las palabras negativas debían eliminarse del vocabulario de una marca, empresa o vocero.
Así que hoy, más de 15 años después, me impactó enterarme que en España anteayer se reunieron productoras, cadenas de TV y agencias para intercambiar experiencias sobre la eficacia de seis emociones específicas para conectar con los consumidores, entre las cuales sólo una podría calificarse como “positiva”.
A pesar del efecto directo de todos los problemas sociales, económicos y ambientales que afectan al mundo, los temas de responsabilidad social corporativa (RSC) y sustentabilidad nos parecen tremendamente aburridos. Es así. Preferimos enterarnos de las últimas noticias de Messi o de las Kardashians, antes que conocer sobre un programa empresarial que está solucionando problemas concretos de salud o educación.
Ahora somos unos consumidores-ciudadanos mucho más críticos y susceptibles a las acciones mercantilistas de las marcas e instituciones; y además hemos adoptado el tenaz escepticismo de la mayoría de medios de comunicación con respecto a estas temáticas.
Últimamente, he visto varios comerciales de televisión en los que me parece que los mensajes y las imágenes no encajan del todo. Hay “algo” que impide que esos dos elementos se articulen por completo. Hal Stebbins en “Pildoras Publicitarias” (uno de los libros sagrados del copywriting desde 1969) dijo: “Todo lo que entra en un anuncio, incluyendo lo que se deja fuera, es texto”…Y tal vez en estos casos hay textos necesarios que se han dejado fuera.
Siento que ya no cabe una palabra más en mi cabeza… es más, no me extrañaría que en cualquier momento, por puro efecto de rebalse, comenzaran a escurrirse consonantes, vocales y signos de puntuación por mis orejas, nariz y boca…
Entre otras cosas, estoy trabajando en un proyecto que implica la corrección de estilo de 75 artículos científicos en tiempo récord; y antes de comenzar a escribir esta entrada hago el recuento de lo pendiente: 33 aún. Uffffffffff.