Sí, odiar. Créame que busqué un verbo menos intenso pero al final me quedé con este porque para la gran mayoría de personas la tarea de escribir es un ejercicio arduo y frustrante. ¿O no?
Y tal como lo han reconocido hasta grandes escritores de la historia, dicha situación no tiene nada que ver con el talento para ello. Simplemente, el ajetreo del día a día hace que dedicar un espacio para esta actividad provoque muchos dolores de cabeza desde antes de empezar.
Así que hoy quiero compartirle un secreto para odiar menos la tarea de escribir que, al leerlo, muy probablemente pensará: “¿Y eso es todo?”
Aquí va: ¡Relájese! Cree el primer borrador sin complejos ni penas, aceptando que no será perfecto. Quítese esa presión de la cabeza y, después de revisar los insumos a su alcance, atrévase escribir todo lo que venga a su mente. Si trata de escribir y editar al mismo tiempo siempre se tardará más y complicará las cosas.
¿Qué le parece? ¿Demasiado obvio? Implementarlo no lo es tanto pues desde el colegio estamos habituados a escribir de ese modo, tratando de cuidar la calidad desde la primera palabra. Así que de ahora en adelante recuerde: escriba primero y edite después.
Otro punto importante es que identifique cuáles son sus horas del día más productivas. ¿La madrugada, las primeras horas de su jornada laboral, el mediodía o el final de la tarde? De ese modo podrá reservar ese tiempo de mayor concentración y así avanzar al máximo.
En esos momentos bloquee lo más que pueda todas las interrupciones. Una alternativa puede ser escuchar música. La instrumental suele distraer mucho menos pero seleccione la que le resulte mejor. En mi caso, Daniela Andrade me funciona fenomenal, sus “covers” me FASCINAN. ¡A ver qué le parecen!
Cuide también sus otros sentidos. En mi caso, por ejemplo, tengo una vela perfumada en mi escritorio, una lámpara que crea un entorno agradable y relajante de luz; y me siento en una cómoda silla de escritorio.
No descarte moverse de lugar de vez en cuando. Salga de la rutina de su oficina y váyase con su laptop a un café cercano con ambiente agradable.
Ya puestos en la labor, póngase pequeñas metas alcanzables: el titular, el párrafo de introducción, todo un capítulo, una página, tres… lo que usted quiera. Y luego, ¡prémiese! Un café, una gaseosa con un montón de hielo, un chocolate, un vistazo veloz a lo último en Facebook, ¡lo que usted quiera! Pequeños lapsos de actividad física también ayudan a llevar más oxígeno a su cerebro.
O a la inversa, póngase el reto de escribir 25 minutos sin parar, mejor conocido como la “técnica pomodoro”; también puede marcarse el objetivo en términos de 500 o 1000 palabras.
Y si el tipo de contenido que está creando lo permite, ¡cuente una historia! De ese modo, la redacción le resultará más entretenida y, por otra parte, reforzará el punto que está planteando de manera más original y cercana.
Vivimos y trabajamos en la era del marketing de contenidos; así que los textos deben “sentirse” naturales y conversacionales. En consecuencia, para lograrlo, lo mejor es disfrutar el proceso.
¡Hasta la próxima!