Cuando en 2013 decidí dedicarme de lleno a ser copywriter y crear la Trastienda, me preguntaba cómo sería trabajar por mi cuenta, manejando mis propios tiempos y proyectos.
Hoy, después de más de una década en este camino, veo con claridad que lo que he ganado y aprendido en este trayecto va mucho más allá de las técnicas de escritura creativa y persuasiva.
A propósito de aniversarios anteriores, ya he hablado de otros aspectos menos agradables, por ejemplo, del síndrome burnout por emprender, de los descuidos que he cometido; así como de los momentos de la verdad que he experimentado en el ámbito personal y profesional. Y por supuesto también he hablado de lo mucho que tengo que agradecer.
Pero justo mientras estaba ideando este artículo, me encontré con esta publicación de @calmandomentes:
Y entonces me animé a escribir algunas reflexiones sobre los lujos cotidianos de ser copywriter que nunca anticipé, que he ido descubriendo con el tiempo y que se han convertido en las verdaderas recompensas de mi trabajo.
Ser copywriter me ha dado incontables satisfacciones en la forma de proyectos grandes y retadores, resultados y metas alcanzadas. Pero hoy quiero destacar los detalles sencillos que en estos 11 años han hecho la diferencia casi sin darme cuenta.
El lujo de manejar mi propio tiempo:
Aunque a veces es un arma de doble filo, me alegra tener la libertad de estructurar mi día según mis prioridades personales y profesionales.
Por eso, a veces, logro hacer tiempo para desayunar despacito, salir sin prisas a caminar con mi perro salchicha Jerry, leer un poquito el libro de ficción que me tiene atrapada en ese momento, ver los atardeceres lindos que tenemos desde mediados de septiembre en El Salvador o cuidar mis plantitas personalmente.
El lujo de trabajar desde cualquier lugar:
Este es uno de los más obvios, sobre todo en esta era hiperconectada en la que vivimos. Pero saber que puedo idear y escribir desde donde quiera que esté, sin estar atada a una oficina o a un horario específico, me encanta.
En una de muchas ocasiones que he aprovechado, pude hacer una linda escapada a Ciudad de México y ¡cumplí con todos los compromisos sin ningún problema!
El lujo de aprender constantemente:
¡Este es uno de los lujos cotidianos de ser copywriter que más me gusta! En cada proyecto, con cada cliente y en cada nuevo reto, he tenido la oportunidad de aprender algo nuevo, desde técnicas hasta industrias diferentes.
El lujo de estar presente para ver crecer a mi hijo:
Desde siempre he tenido la flexibilidad para estar presente en los momentos importantes en la vida de mi hijo. Y no solo me refiero a actos escolares u otros hitos que no se repiten; también a todas las ocasiones en las que él, simplemente, ha querido que juntos exploremos nuevos juegos.
El lujo de hacer pausas cuando mi familia me necesita:
Enfermedades, situaciones de emergencia… adaptar mi trabajo considerando las necesidades de mi esposo, mi hijo y el resto de mi familia, asegurándome de estar allí cuando más me han necesitado, es un privilegio ganado con el tiempo.
Por otro lado, también tengo el lujo de que ellos entienden y valoren mi trabajo, brindándome el espacio y el apoyo emocional que necesito para crear.
El lujo de priorizar mi bienestar:
¡Este es uno de los que más me ha costado! Poder organizarme para pausar y desconectar a fin de recargar energías y cuidar de mí misma.
Las tareas y responsabilidades nunca se acaban; pero cada día tiene su afán. Así que procuro finalizar mi jornada laboral dejando a un lado la “necesidad” de seguir trabajando hasta altas horas de la noche, y dedicarme a disfrutar tiempo de calidad con mi familia.
Yo he comprobado que, como bien dice Marian Rojas Estapé, “una mente que sabe reposar es una mente feliz”. Y de verdad creo que todo lo que conlleva ser copywriter demanda una mente “feliz”, con más enfoque y creatividad.
Repitamos juntos(as): Descansar es parte del proceso creativo y no un lujo superficial.
El lujo de colaborar con personas que me inspiran:
A lo largo de estos años otro de los lujos cotidianos de ser copywriter tiene que ver con la bendición de haber encontrado clientes y colegas que no solo respetan mi trabajo, sino que también me inspiran a ser mejor. Con muchos de ellos he construido relaciones que han perdurado y crecido con los años.
El lujo de disfrutar los procesos creativos:
Valoro el placer y la libertad de organizarme para disfrutar mientras las ideas van tomando forma… no siempre se puede, pero cuando sí es posible no me alcanzan las palabras para describir lo mucho que me ilusiona permitirme ser creativa sin presiones externas.
El lujo de decir “no”:
Decir que no es una habilidad crucial en la vida profesional… pero cuesta bastante desarrollarla y aplicarla. No obstante, gracias a todo lo que he vivido al ser copywriter, he aprendido a establecer límites y priorizar, protegiendo mi tiempo y energía.
Espero que, al leer sobre estos lujos cotidianos de ser copywriter, se sienta motivado(a) o inspirado(a) a reflexionar sobre los momentos que hacen especial su propio día a día laboral. ¿Cuáles son esos pequeños lujos que más aprecia?
¡Hasta el próximo mes!