Quienes han estado siguiendo con vehemencia o incluso de reojo la Copa Mundial de Fútbol 2014 saben que estos apellidos pertenecen a los jugadores de Costa Rica que, con su esfuerzo y coraje han hecho soñar a los centroamericanos, han impresionado al resto del mundo; y en mi caso particular me han hecho reflexionar sobre la marca país y el rebranding.
Tengo que reconocer que generalmente he visto con escepticismo el concepto de marca país porque me parece que con demasiada frecuencia queda reducido a campañas vacías que sólo incluyen un logo y un slogan sacados de la manga. Por otra parte, al hablar de rebranding no me refiero aquí al ajuste de una identidad de marca para adaptarla a las exigencias del mercado, apelo a toda la fuerza del prefijo “re” cuando de acuerdo con el diccionario expresa “intensificación”.
Los ticos siempre han tenido mucha mejor reputación que el resto de los centroamericanos por múltiples razones; y hoy se han adelantado varios pasos más. Su marca país “esencial Costa Rica”, que se gestó durante 6 años, tuvo una brillante oportunidad en términos de visibilidad estratégica a propósito del fútbol y el resto lo hizo la magia innegable del deporte rey.
Es así como el alto desempeño de Keylor Navas, el liderazgo del director técnico, el poliglotismo de Celso Borges frente a la prensa mundial, entre otros hechos magnificados por el poderío de las redes sociales, han contribuido desde mi perspectiva a intensificar todos los atributos positivos que ya estaban asociados con el ser costarricense.
“Gente con orgullo que no le teme a los desafíos… quien me conoce se asombra, se admira…”, son algunos de los mensajes del video oficial de la marca país que estremecieron los estadios cariocas antes de cada partido de “la sele” y que también quedaron demostrados en cada jugada.
Y quiero añadir un factor más, completamente inesperado para la cuestionada FIFA y los rivales del llamado “grupo de la muerte”: la fascinación que despierta aún en la era digital la valentía de David frente a Goliat… simplemente deslumbrante con todo y Brazuca de por medio.
Los valores, la forma única de ser y comportarse de su gente y los recursos naturales, entre otros elementos, deberían definir desde lo más profundo el rostro de una nación frente al mundo. ¡Enhorabuena a los vecinos que siempre han encontrado su propio camino para lograrlo! Y mientras tanto, en El Salvador, hay una lucecita de esperanza llamada Colectivo País. Y esta historia apenas está comenzando.