En estos días, cada vez que inicio la jornada en la Trastienda escucho dos canciones a manera de himnos o gritos de batalla: “September” del grupo Earth, wind and fire y “Happy” de Pharrell Williams. Un gran contraste sin duda: no sólo de ritmos sino de épocas considerando que salto en minutos desde 1978 hasta 2013.
Ya veré luego que otras canciones van resultándome inspiradoras… pero con frecuencia me pasa que encuentro más opciones en inglés que en español. El idioma nativo de Harry Potter y la Coca Cola tiene lo suyo, y personalmente disfruto muchísimo tanto la música como los slogans, esos pedacitos de poesía comercial que casi siempre pierden su encanto al tratar de traducirse.
De cualquier manera, para mi nada se compara al castellano y allá por el año 2007 cuando leí el libro “La seducción de las palabras” del español Alex Grijelmo terminé de convencerme por completo.
Así que ahora que recién estoy estrenando esta bitácora digital a la vista de muchos (¡espero!), una de las primeras cosas que quiero hacer es declararme como una ferviente admiradora de esta obra que marcó un antes y un después en mi forma de disfrutar tanto el leer como el escribir.
“Nada podrá medir el poder que oculta una palabra”. Así de contundente e intrigante inicia Grijelmo este texto que transcurre con gracia y sin tecnicismos, aumentando en cada página la consciencia sobre el alcance de las palabras en la vida de todos los seres humanos desde que aprendemos a hablar. Me sigue resultando fascinante y reveladora su forma de entenderlas como “embriones de las ideas” y “gérmenes del pensamiento”, mucho más allá de la definición simple y oficial que figura en los diccionarios.
Desde una perspectiva profesional, particularmente aproveché las secciones en las que describe el poderío sonoro de las vocales y algunas consonantes; así como los numerosos ejemplos de cómo pensamos, sentimos y vivimos entre palabras cuando se trata del amor, la política, la economía, el periodismo y la publicidad.
Los enamorados de la lectura con frecuencia experimentamos un deseo incontenible por compartir nuestra experiencia con un libro que nos ha conquistado para que más y más personas lo conozcan. ¡Es un placer innegable! En ese sentido, para mí “La seducción de las palabras” debería ser leído por todos los hispanoparlantes, como mínimo; sin embargo, me retracto cuando vislumbro que si eso realmente sucediera los que trabajamos de este lado de los procesos y estrategias de la comunicación quedaríamos desarmados por completo… así que mejor lo dejamos sólo entre nosotros para seguir generando discursos desde las marcas con más libertad y complicidad.
Antes de despedirme, les dejo las dos canciones que mencioné al inicio para que se distraigan un rato. ¡Hasta la próxima!