He comenzado a conocerlos en las clases que imparto en la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. E incluso he tenido la oportunidad de trabajar con ellos en diferentes proyectos de la Trastienda. Colaboramos mano a mano dentro de las empresas o son ellos los que me contratan para sus emprendimientos.
Me refiero a los jóvenes de la generación Z, los «centennials», los representantes de la generación posmilenial, como también se les denomina.
De acuerdo con sociólogos y antropólogos, estas «etiquetas» identifican a las personas nacidas entre 1995 y 2005, aproximadamente. Lo cual significa que hoy por hoy tienen entre 17 y 23 años, por lo menos los muchachos con quienes yo me relaciono en los ámbitos que le mencioné antes.
Al respecto, debo reconocer que todavía no entiendo del todo qué los distingue de los «milennials»… Los veo bastante parecidos, la verdad, así que precisamente por eso me propuse hacer este ejercicio que ahora le comparto: crear un perfil de cliente ideal a partir del informe «Gen Z – Consumo, estilos de vida y aspiraciones de los centennials salvadoreños», desarrollado por la Escuela de Comunicación Mónica Herrera en alianza con la empresa Research & Planning, que se presentó el pasado 23 de abril.
Como verá, traté de abstraer lo que me pareció más relevante/interesante para mi trabajo de copywriting, después de leer el documento completo. Como suele hacerse en estos casos, lo redacte en primera persona. ¡A ver qué le parece!
Nombre ficticio: Carlos
Identificador: Centennial salvadoreño del área metropolitana de San Salvador
«Tengo 18 años, estoy soltero, soy universitario y aún no trabajo. Pertenezco a un hogar con un ingreso superior a los US$570.
La familia es lo primero para mí. Sin embargo, veo que mis padres le temen a todo lo que no entienden, tienen muchos prejuicios, por ejemplo con respecto a la homosexualidad, y en general piensan demasiado en el qué dirán. Yo no soy así, para nada. Mi generación es mucho más libre en casi todos los sentidos.
Pienso que me quedaré a vivir con ellos hasta que me case, tal vez al cumplir los 30 años o un poco más. Cuando llegue ese momento me gustaría tener uno o dos hijos como máximo.
Creo en Dios, pero no en el marco de una religión en particular.
Voy a la universidad porque quiero estudiar algo que me haga feliz y porque consideró que los estudios y un título todavía me pueden ayudar en algo a tener éxito en el ámbito laboral; aunque también hay muchos empresarios exitosos en todo el mundo que no fueron a la U… De cualquier manera, a las universidades les URGE actualizarse. Las clases solo «habladas» son aburridas y no me motiva aprender así. Para eso mejor lo busco en internet.
Opino que un líder de verdad tiene buenos estudios, pero además tiene habilidades de comunicación, sabe escuchar y puede relacionarse con diferentes tipos de personas.
Reconozco que mi generación tiene mucho mayor acceso a la tecnología, a la educación y a las oportunidades de emprender un negocio propio. Pero no todo es tan chivo como parece. La delincuencia ya no se aguanta y no hay suficientes empleos, sobre todo cuando una va comenzando pues exigen la experiencia que aún no tengo. Por todo eso, si pudiera, quisiera irme a vivir a otro país. No lo pensaría demasiado para tomar esa decisión.
Me gusta mucho ir a los centros comerciales, y mucho más si es para comprarme ropa o zapatos de marcas reconocidas y para comer algo rico. También practico deportes. Ir al cine o a la discoteca no me atraen mucho.
Casi no veo televisión ni escucho radio, tal vez solo si se me queda sin batería el celular y no tengo otra cosa qué hacer. Además, todo lo que necesito está en Internet y para ello uso mi laptop o, sobre todo, mi smartphone prepago. Así puedo bajar música, series, películas y todo lo que quiero. Los periódicos si los veo un poco más, en línea pero más en papel.
Y a propósito de internet, tal vez convenga que aclare lo siguiente: el internet y mi teléfono son parte de lo que soy, de mi forma de ver y entender el mundo. No paso «metido» -como dicen mis papás- 5 o hasta 9 horas al día solo para pasar el rato, entretenerme o evadirme, ahí aprendo, me mantengo informado, socializo y vivo mi vida como yo quiero».
Y hasta aquí he dejado este primer intento. Así que le invito a que consulte el documento pulsando aquí.
Y así podrá comentarme ¿qué otros aspectos le añadiría usted a este perfil? Y, sobre todo, en esencia, que distingue a los “centennials” salvadoreños de sus vecinos generacionales, los “millennials”? Aún no lo tengo claro… pero tal vez este asunto amerita otro post.
¡Hasta la próxima!