¡Y llegó la Navidad!… Bueno, de hecho, de acuerdo con los centros comerciales comenzó a finales de octubre y ya terminó; es más, la semana pasada vi que las luces y guirnaldas ya ocupan los estantes más deslucidos y el protagonismo lo tienen ahora los útiles escolares y los artículos playeros para las próximas vacaciones de Semana Santa…
En mis años universitarios recuerdo que muchos profesores insistían en la necesidad de plantear los mensajes en términos positivos SIEMPRE. En las cátedras de Imagen, Reputación y Marketing nos indicaban con firmeza que las palabras negativas debían eliminarse del vocabulario de una marca, empresa o vocero.
Así que hoy, más de 15 años después, me impactó enterarme que en España anteayer se reunieron productoras, cadenas de TV y agencias para intercambiar experiencias sobre la eficacia de seis emociones específicas para conectar con los consumidores, entre las cuales sólo una podría calificarse como “positiva”.
A pesar del efecto directo de todos los problemas sociales, económicos y ambientales que afectan al mundo, los temas de responsabilidad social corporativa (RSC) y sustentabilidad nos parecen tremendamente aburridos. Es así. Preferimos enterarnos de las últimas noticias de Messi o de las Kardashians, antes que conocer sobre un programa empresarial que está solucionando problemas concretos de salud o educación.
Ahora somos unos consumidores-ciudadanos mucho más críticos y susceptibles a las acciones mercantilistas de las marcas e instituciones; y además hemos adoptado el tenaz escepticismo de la mayoría de medios de comunicación con respecto a estas temáticas.
Últimamente, he visto varios comerciales de televisión en los que me parece que los mensajes y las imágenes no encajan del todo. Hay “algo” que impide que esos dos elementos se articulen por completo. Hal Stebbins en “Pildoras Publicitarias” (uno de los libros sagrados del copywriting desde 1969) dijo: “Todo lo que entra en un anuncio, incluyendo lo que se deja fuera, es texto”…Y tal vez en estos casos hay textos necesarios que se han dejado fuera.
Siento que ya no cabe una palabra más en mi cabeza… es más, no me extrañaría que en cualquier momento, por puro efecto de rebalse, comenzaran a escurrirse consonantes, vocales y signos de puntuación por mis orejas, nariz y boca…
Entre otras cosas, estoy trabajando en un proyecto que implica la corrección de estilo de 75 artículos científicos en tiempo récord; y antes de comenzar a escribir esta entrada hago el recuento de lo pendiente: 33 aún. Uffffffffff.
¡Lo logré! ¡Alcancé la séptima entrada en este blog y aquí estoy compartiendo el post número ocho! ¡Yuuujuu! Parafraseando un poco, siento que superé algo así como la comezón del séptimo artículo. Jijijijiji.
Crear y alimentar cada jueves esta ciberbitácora ha sido un auténtico desafío sobre todo por la escasez de tiempo entre una cosa y otra. Muchos pensarán que me conformo con poco o peor aún, que me siento satisfecha por algo intrascendente. Pero para mí tiene un doble significado: celebrar un pequeño logro (una sana costumbre que solemos olvidar con facilidad en medio de las exigencias diarias) y, sobre todo, sentir que sigo adelante hacia el descubrimiento y uso de mi propia voz. En más de una década de ejercicio profesional siempre escribí por y para algo/alguien más; en cambio aquí lo estoy haciendo con libertad total, abordando los temas que quiero y como quiero. ¡Disfrutándolo!
Llegué poco después de las 9:00 a.m. Y es que aunque ya era viernes necesité pasar antes por un frozen de café para terminar de espabilarme. El acto de inauguración estaba abarrotado y pensé que ese era un buen augurio para todo el evento. Unos minutos después logré sentarme en la última fila y me dispuse a tratar de escuchar la primera ponencia; y digo tratar porque tres mujeres paradas justo detrás de mí compartían una amena charla entre ellas que se extendió por 20 minutos. ¡Grrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
PHD Omnicom acaba de revelar que las mujeres estadounidenses, mayores de 18 años, se sienten físicamente más feas los lunes. ¡Un motivo más de desencanto con este día en el que la mayoría arrancamos con la ilusión puesta en el próximo viernes!
¿Quién sabe cuál sería el resultado si hicieran la misma consulta en El Salvador? A propósito, siempre he pensado que a nivel local muchas marcas no aprovechan sus investigaciones de mercado, más allá de los fines comerciales, para compartir hallazgos sencillos y cotidianos como el citado antes simplemente para acercarse a la realidad de los consumidores que tanto acechan.
Pero bueno, el objetivo central de esta investigación fue averiguar el momento más adecuado para promocionar productos de belleza y eso me decidió a escribir algunas ideas sobre el comportamiento del consumidor.
Después de 13 años consecutivos siendo imbatible, Coca Cola perdió el primer lugar en el informe de las 100 marcas mejor valorados a nivel global que año tras año presenta la consultora Interbrand desde el 2000. Apple venció a “la chispa de la vida” (que ahora ocupa el tercer lugar) y de esa manera encabeza el top 3 seguida inmediatamente por Google.
Cuando vi la noticia, lo primero que recordé es que todavía tengo pendiente leer el libro “Dios, patria y Coca Cola”…, luego se me antojó una Coca con hielito tipo frozen… mmmmm y ya después pensé que a propósito de dicho estudio podía repasar velozmente algunos de los mensajes más emblemáticos que estas marcas han difundido.
Unos cuantos años atrás, mientras preparaba una capacitación para un grupo de ejecutivos bancarios, encontré o armé (¡no lo recuerdo muy bien!) una definición de marketing que desde entonces adopté para recordarme la esencia del trabajo en esa área: “Darle a los consumidores razones para comprar, para comprar más y más seguido”. Si el autor de la misma llega a descubrir que lo he citado aquí, ojalá que tome este párrafo como un sincero intento de darle su merecido reconocimiento. ¡Ojalá!